LA COSTA SE VUELVE BANDOLERA

Desde Estepona al corazón de la Serranía

Si estamos en la costa del Sol y el cuerpo no nos pide playa, hay una opción perfecta. La carretera A-397 sigue siendo un golpe de emociones que deja a un lado el parque de la Sierra de las Nieves para demostrar que Málaga tiene montaña y playa para todo el año. La opción de subir por la pequeña carretera MA 8301, también es posible pero la conducción puede ser demasiado lenta.

El recorrido arranca en Estepona, que es mucho más que playas bonitas. Hay testimonios de la existencia de Salduba, oppidum íbero con un puerto natural, hoy cerrado en el entorno del río Guadalmansa. Salduba ya estaba poblada en época fenicia y romana, época en la que pertenece administrativamente al convento jurídico astigitano. Además se han producido hallazgos en el casco urbano de la localidad, que podrían corresponder a una importante villa romana no sólo de uso industrial (salazones) sino también defensivo.

En el Cortijo de Cortes se localizó una moneda romana, un áureo de Honorio del Siglo V que se encuentra documentado en la biblioteca Cánovas de Castillo de Málaga dentro del Legado Temboury.

Ya en época musulmana, se conoce la existencia de una fortaleza denominada Al-estebunna, apareciendo por primera vez el topónimo que da nombre a la ciudad. ​ En el año 1.342, dentro de las campañas bélicas de la batalla del Estrecho, tiene lugar el combate naval de la batalla de Estepona, entre los Benimerines y la Corona de Aragón, apoyada por Gil Boccanegra, corsario genovés. A partir de 1.344 Estepona se convierte en el límite oeste del Reino nazarí de Granada y su carácter fronterizo y costero resulta en tierras poco pobladas. Ese tono fronterizo, casi se mantiene en nuestros días… Aquí se mira al oeste, pero gusta de los aires del este.

Aquí hay calidad de vida y eso se nota en los residentes que han optado por este rincón de la costa. Guadalmina es un buen ejemplo. Estamos en un enclave costero entre el frescor del Mediterráneo y las primeras estribaciones de la sierra. Desde aquí, la carretera serpentea hacia el interior, entre pinares, alcornoques y cortijos que reflejan la transición del paisaje litoral a la montaña. A medida que se avanza rumbo norte, se divisan los relieves que anuncian la entrada en la Serranía de Ronda.

La llegada a Ronda supone una de las cimas emocionales y paisajísticas del trayecto. Bastión monumental, cuna de leyendas, la ciudad del Tajo es mundialmente conocida por su puente sobre el abismo y por ser un símbolo de la arquitectura andaluza. Hay que disfrutar del casco antiguo y perderse entre calles empedradas, palacios renacentistas y miradores que se asoman a la garganta del río Guadalevín.

El viaje con el Skoda Kodiaq (https://www.skoda.es/modelos/kodiaq/kodiaq) sigue la pauta de la elegancia sobria: su silueta, armoniosa y exenta de estridencias, encaja bien entre las fachadas blancas y la tradición rondeña. Caminar hasta la Plaza de Toros, uno de los cosos más antiguos, o cruzar el Puente Nuevo permite imaginar la llegada de viajeros de otros siglos. Es el momento de disfrutar de las tapas en el casco viejo, de alojarnos en La Gorge, con su terraza pensada para ver los mejores atardeceres de Málaga, comer los Dulces de Daver y saber que Benito ha renovado su carta en El Bardal… donde conseguir una mesa siempre parece un reto… Aquí se sabe vivir. Y eso se nota.

Hacia los pueblos blancos: Setenil, Zahara, Grazalema y Algodonales

Desde Ronda, la ruta se despliega entre sierras abruptas, encinares y un rosario de pueblos blancos que parecen esculpidos en la roca. La tecnología de tracción total y control de descensos del Kodiaq resulta especialmente útil en las subidas y bajadas pronunciadas que comunican Setenil de las Bodegas – célebre por sus casas excavadas en la roca del río Trejo – y Zahára de la Sierra, desde donde se contempla el embalse y se accede a senderos de enorme belleza.

En Setenil, las cuevas del Sol y de la Sombra, junto a la iglesia de la Encarnación y el castillo almohade, conforman una experiencia única. Más adelante, Grazalema despliega la exuberancia natural del parque homónimo: rutas de senderismo, miradores y una atmósfera de pueblo detenido en el tiempo. La última etapa conduce hacia Algodonales, que sirve de portal natural de entrada a la Sierra de Líjar y el Parque de Grazalema. Famosa por sus fuentes – la del Algarrobo, la de la Calle Llana – y por la tradición del vuelo libre, aquí la panorámica permite avistar buitres y parapentes, así como degustar en las terrazas el queso payoyo y dulces de obrador local.

Es el momento de llegar a La Donaira (https://mylifeplanet.com/viajes/la-calidad-se-siente-en-la-donaira). Turismo rural de lujo. Manu y Nerea en la Cocina. Gigi en el jardín. Yolanda controlando la casa. Toda la recuperación de un cortijo con 700 hectáreas donde la buena vida se entiende de otra manera. Aquí el lujo no se mide por estrellas se mide por saber vivir.

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